Mi no tierna adolescencia

En estos momentos estoy de baja laboral por depresión, una depresión rarísima según mi psicólogo. En realidad no existen unos hechos objetivos que me hayan llevado a ella, todo está en mi cabeza. Antes de llegar al día de hoy y poder entender porque estoy así voy a empezar por describir no mi más tierna infancia pero sí mi no tierna adolescencia.

Es difícil empezar una historia cuando no sabes exactamente desde cuándo contarla, puede que un buen inicio sea el instituto.

Yo nunca fui una niña con éxito social ni que llamara la atención por nada en especial, más bien fui tímida y en ocasiones demasiado introvertida. Llegó la época del instituto, para mi parecer había crecido y evolucionado y me enfrentaba a una nueva etapa con mucha ilusión. La realidad fue otra muy distinta, no me voy a extender mucho en ello pero fui una de esas personas que sufren bulling simplemente porque hay otras alrededor muy insatisfechas con sus vida y lo que quieren es joder la de los demás.

Este hecho me dejo bastante marcada, cambié de colegio y el primer curso todo fue bien, hice nuevas amigas y estaba contenta. El último año volví a ser objeto de acoso, en mi clase no estaba ninguna de mis amigas y debía de llevar bien visible algún cartel que yo no me daba cuenta en el que ponía, “chica vulnerable, puedes joderle la vida que no te va a pasar nada”, así fue como volví a sufrir el acoso, de forma diferente pero al final es lo mismo.

Estos hechos hacen que la poca autoestima que te tenías desaparezca, te vuelvas insegura, te entren ansiedades que posteriormente irás desarrollando a lo largo de tu vida y resumiendo te sientas en mucha ocasiones como una mierda. A día de hoy mi autoestima es muchas veces pobre y aunque intente cambiarlo no me valoro todo lo que debiera.

Tras acabar el colegio fui a la universidad, hice amigas que a día de hoy conservo y empezó una nueva etapa para mí. Aun así en segundo curso empecé a tener ansiedad, lo que pasa es que yo no sabía lo que era y simplemente me encontraba mal y no podía comer, pasé un par de años duros, realmente lo pasé muy mal puesto que estaba mal y no sabía por qué. Todo ello repercutía en la relación con los demás, en casa no había más que broncas, aunque bueno creo que ha sido así toda la vida, y con las amigas evitaba muchas actividades.

A los 22 años empecé a remontar de todo aquello y conocí a un chico que me hizo sentir la persona más feliz del mundo, con la paradoja de que hoy es uno de los motivos por los que estoy pasando uno de los peores momentos de mi vida, y eso que han sido muchos.

Empecé una relación muy bonita en donde todo era amor, o lo que yo creía que era amor, había mucho cariño, ganas de estar juntos toda la vida y muchos planes de futuro que a los años se fueron al traste. En estos años de tanto amor también recuerdo momentos malos, de esos en los que te entra la inseguridad y no sabes realmente lo que quieres, empiezas a pensar que cómo vas a estar con esta persona toda la vida si es la única que has conocido, te entran dudas etc., mil historias que no sabes gestionar y te minan poco a poco. Aun así la relación siguió varios años y he de decir que con muchos momentos maravillosos.

Pero como mucha gente piensa, todo lo que empieza acaba y tuvo que acabar, no sin una larga agonía de casi un año y un par de años previos en los que crees que estás con tu media naranja pero seguramente no lo es.

No sé exactamente qué falló, si es una relación que desde el principio no debería haber sido o sobraba la mitad de ella, no lo sé. Fue una historia que para los demás era modélica pero luego la realidad hacía ver que algo ahí no iba. Los dos fuimos evolucionando de forma diferente y tras mucho sufrimiento se acabó.

De todo esto hace ya tres años, tiempo en el que no hemos mantenido contacto y yo lo he querido tener lo más lejos posible. No sé si es porque soy una persona algo obsesiva pero a pesar del tiempo he seguido pensando en él, no pensando que le quería pero acordándome de él. He de decir que también me pasó con un amor de verano, de estos preciosos de la adolescencia, que en realidad no has cruzado muchas conversaciones pero crees que es el hombre de tu vida. En este chico también pensé durante años después de que él se fuera con otra y sufrí durante años por un amor idealizado.

Parece ser que tengo algo en la cabeza que me hace idealizar personas, conservarlas en el recuerdo durante años y encima seguir sufriendo por ellas, sinceramente creo que no es normal.

Retomando la historia estos tres años han sido un aprendizaje y una evolución para mi vida, he tenido un trabajo estable en el que he hecho amigos y he ido a trabajar cada uno de los días contenta. He retomado amistades que hacía años no veía y sobre todo he aprendido a vivir siendo yo, sin nadie que me diga qué está bien y qué está mal, y me he tenido que bandear sola para las cosas.

A su vez han sido tres años de una evolución distinta en mi entorno, mientras yo tenía que aprender a vivir sola las demás empezaban a casarse y en estos momentos además a tener hijos. Esta diferencia de tiempos ha hecho que lo pase mal, muy mal en ocasiones. Yo he tenido dos intentos de algo, si se pueden llamar así, con dos chicos, pero que finalmente no salieron bien y la mayoría del tiempo he estado sola sentimentalmente hablando. Realmente para mí ha sido duro que mi proyecto de vida en común con el chico al que quería se truncara y que toda la gente de mi alrededor haya evolucionado como a mí me hubiera gustado hacerlo.

Nos vamos acercando poco a poco a los motivos de mi crisis actual. Por cuestiones de la vida, tras tres años sin tener contacto hace unos meses acabo trabajando en la misma empresa que él. Antes de empezar a trabajar ya me creaba angustia, sé que por tipo de trabajo no tendríamos por qué coincidir a menudo pero temía verle y ponerme mal. El día llegó y empecé a trabajar allí, antes de eso hubo un primer encuentro fortuito en el que nos cruzamos palabras de cortesía y poco más. En esa ocasión me quede tranquila, lo pasé mal, me puse nerviosa pero el resultado final fue que lo llevé mejor de lo esperado, en gran medida porque el reencuentro que yo imaginaba y al cual temía, era un encuentro en el que él iba a estar estupendamente bien y me iba hacer sentir una mierda que no ha superado una ruptura en tanto tiempo, sin embargo él presentaba peor cara que la mía.

A pesar de ello empiezo a trabajar en la nueva empresa y me empiezo a angustiar, se dan varias casualidades en las que le veo, aunque el a mí creo que no. A las dos semanas de empezar el trabajo me entraban casi a diario ganas de llorar, aguantaba hasta la tarde noche pero la angustia iba entrando en mí poquito a poco. A los dos meses ya empiezo a no poder comer hasta que un día me siento muy mal y tras tres días igual me veo obligada a coger la baja laboral.

Cada día que pasa estoy peor, empiezo un tratamiento con fármacos pero esas cosas son lentas y la mejoría es casi inapreciable. Paso de la ansiedad a la angustia y la depresión, y tengo momentos en los que no veo salida a todo esto y no puedo dejar de llorar durante horas. Me levanto con un nudo en el estómago y una sensación horrible de inquietud, la cabeza va a mil y no puedo parar de pensar cosas, de pensar en él, en su maravillosa vida que yo le he construido en mi mente, de pensar en que estoy sola, de pensar en que no quiero vivir así.


19 de junio de 2012

Han pasado varios días desde que empecé la historia. Estos días han sido muy duros, he ido a la psiquiatra con cita de urgencia, avisándole el día anterior, porque la ansiedad cada día era mayor y no podía aguantar más. Me ha subido la dosis de una de las medicaciones y me ha añadido otra bastante potente para dormir. Tengo que decir que he dormido muy bien pero en contra que a las once de la mañana todavía estaba grogui y hoy me siento un poco rara. Le he estado dando vueltas y yo no quiero sentirme drogada todo el día pero tampoco quiero sentir esa gran angustia, es un gran dilema la verdad, me siento atrapada entre “drogarme” o “no drogarme” para dormir, de todas formas voy a consultar con médicos conocidos y le llamaré a la psiquiatra a ver qué le parecen los efectos que tiene sobre mí.

Puedo decir que sigo hecha una mierda, en casa me ven mejor, vale, no digo que no, pero en mi interior…, estoy fatal. Aun así quiero ser positiva y darle tiempo al tiempo, poner todo por mi parte y superarlo.

Tampoco me quiero centrar en el tema de la medicación, al final no creo que sea lo más importante, lo que importa es el cómo ir superando el bache, cómo hacer para que mi mente se distraiga y sobre todo neutralizar los sentimientos hacia una persona que voy a tener que volver a ver.

Sigo de baja y espero que por poco tiempo.


26 de junio de 2012

Ahora mismo me encuentro llorando como una magdalena. Desde la semana pasada he notado mejoría, he tenido días bastante buenos en comparación con los que he pasado pero ayer y hoy estoy un poco floja, con la lágrima fácil. Sólo con decir que en medio de Garbera me ha dado por llorar y no he podido reprimirme creo que es suficiente explicación. No sé qué me pasa en los centros comerciales que no hago más que ver parejitas, matrimonios con hijos…, y me entra la angustia de que yo no tengo eso y lo quiero. Intento reflexionar y darle la vuelta pero mis lágrimas son más rápidas que mis tentativas de superarlo y empiezo a derramar el agua salada de mis ojos, esa agua que parece que nunca acaba.

Empiezo a obsesionarme un poco menos con mi ex, sólo un poco pero algo he conseguido. Hoy he estado en una óptica mirando gafas de sol, hay unas chulísimas y que además me quedan bien, porque no me gusta cualquiera, pero… esta mente perversa hace que me recuerden a él, no sé si la gafa, la montura el cristal, se parece a alguna que él tenía y no me la puedo comprar porque creo que me va a traer más tristeza y recuerdos. De todas maneras esto lo tendré que hablar con mi psicólogo pero muy normal no es, me gustaría dentro de un tiempo poder reírme de todo esto y animar a alguien que esté pasando por lo mismo con estas historias tan surrealistas. Porque por recordar, hasta el sonido de un motor me puede hacer recordar y eso ronda la obsesión pura. Como no acabe con esta especie de asociaciones absurdas me voy a volver tarumba porque pensándolo bien todo te puede recordar a un persona con las que has estado mucho tiempo porque durante ese tiempo has visto, escuchado y hecho un millón de cosas con ella y claro, hay muchas cosas para hacer en la vida pero no podemos olvidar que muchas las repetimos.

Bueno, a día de hoy a pesar de mi pequeño bajón tengo que decir también que voy mejor, estoy más tranquila, duermo mejor a pesar de que la mañana es difícil y no me levanto en plena forma que se diga. Estar tranquila me ayuda a pensar mejor y tengo momentos de relax e introspección de los que espero disfrutar en un mayor número de ocasiones.

Sigo de baja y con previsión de no tardar mucho en coger el alta.


29 de junio de 2012

Hoy empiezo a ver las cosas más claras. Ciertos acontecimientos, no positivos precisamente, me han llevado a ello y voy a seguir caminando hasta la luz saliendo de la sombra en la que estoy metida. Está decidido, tengo que luchar por ello y hoy encontrado la fuerza.


22 de julio de 2012

Ha pasado casi un mes desde la última vez que escribí. Puedo decir que estoy mejor, poco a poco voy encontrando mi sitio en este mundo aunque con mucho esfuerzo y con algunas recaídas. Llevo dos semanas trabajando y el balance es positivo, en la primera ciertos problemas familiares hicieron que fuera una semana muy dura pero me voy sintiendo mejor y voy aceptando que es mi lugar de trabajo, por el que tengo que hacer todo lo posible por encontrarme a gusto. También he de decir que voy asimilando mejor las medicaciones y me levanto sin problemas, puedo conducir y hacer vida normal.

Mis sentimientos, algo más estables, a veces siguen siendo una pequeña montaña rusa y los pensamientos que voy dominando a veces se descarrían haciendo que me lleguen momentos de agobio y llanto.

Podría contar mil cosas, sentimientos, pensamientos reflexivos y mil historias pero hoy no es mi día, por lo cual tengo un reto personal que es hacer que este día de bajón se convierta en el mejor de los posibles días, con el esfuerzo que conlleva pero os aseguro que la recompensa merece la pena.

Lo que si quiere decir es que con esta “crisis personal”, “depresión rara” o lo que sea, estoy aprendiendo cosas de mí misma que no sabía, ahora sé que soy más fuerte de lo que creía, que incluso en los peores momentos puedo activarme y hacer que el día acabe de forma placentera.

Porque si hace un mes no era capaz de disfrutar de la vida, ahora tengo momento en los que siento paz interior, tranquilidad y veo las cosas muchos mejor que antes. Tengo esperanza y eso hace un tiempo no existía en mi vocabulario.

Sé que el camino que me queda por recorrer es duro, la vida en sí ya es dura así que cuando está mal todavía la cuesta es más empinada. No sé si alguien que lea este escrito estará pasando por lo mismo o lo habrá pasado, seguramente sí porque es algo frecuente. No quiero dar consejos ni escribir moralejas, cada uno tiene bastante con salir adelante como puede, pero sí que tengo que animaros a trabajar como hormiguitas, no cesando en el empeño de encontrar vuestro camino y daros muchos ánimos, que tarde o temprano empieza a salir el sol.

Aquí se acaba mi relato, podría tirarme todo el año escribiendo pero prefiero que este relato llegue a su fin. No es un final de cuento de hadas, ni ha pasado nada milagroso que ha dado un giro a mi vida, pero como esas cosas casi siempre pasan en las pelis y no en la vida real… seguiré esforzándome día a día y sé que llegará el momento en el que me sienta serena y feliz.

Un beso fuerte a todos.

Historias reales de nuestro gabinete de psicología

Perdonándome a mí misma

Quiero destacar que el maltrato que sufrí fue mucho más sutil del que cabe imaginar, es decir, a penas padecí violencia física o incluso maltrato psicológico activo (es cierto que alguna vez recibí insultos como ya he dicho o burlas, pero muy esporádicamente), pero lo que sí sufrí en primera persona es maltrato psicológico “por omisión”: era excluida absolutamente de todo porque era tan tímida y encima fea, que nadie me querría.

Historia de un felpudo

Y, eufemismos y distracciones aparte, a las cosas y a las personas hay que llamarlas por su nombre. Y, el mío, tiene un nombre. Me guste o no, a nivel emocional he sido y soy un felpudo. Ni más ni menos.

Crónica de un dependiente emocional

Me ha costado mucho escribir estas líneas. Lo que más, ha sido romper ese muro que he ido construyendo tras el cual guardo todo el sufrimiento vivido y el despiadado animal de la dependencia emocional. Todo eso está guardado en mi mente. Supongo que como el que sufre una situación traumática.

Cafeína y chocolate

Siempre hay luz al final del camino. A veces parece que no, y que no vas a salir nunca, pero te aseguro, que después de la tormenta siempre llega la calma.

Golpes de la vida

En esta vida todo llega porque todos merecemos ser felices, así que tened paciencia y no os hundáis nunca, siempre mirad hacia adelante y levantaros las veces que haga falta para seguir. Ante todo jamás perdáis la sonrisa.

Mi vida en unos folios

En qué punto me encuentro desde el comienzo. Aunque haciendo un balance rápido, no sé si podría decir que he sido una mujer feliz. Ahora estoy en una fase de serenidad a la que, desde luego, nunca pensé llegar.

Por fin; luz dentro de mi cueva

Fue en marzo de 1999; como no tenía trabajo se me ocurrió que podría estudiar inglés. Me apunté en una academia, y por medio de la academia conseguí aprender un poco más de Inglés, y pocos meses después, me fui a Inglaterra, pensando que allí me abriría más a la gente, porque aquí yo era y soy muy cerrado, y como no tendría a mi gente, no me quedaría otra que buscarme la vida.