Historias reales

Gracias a la generosidad de personas que desean compartir sus vivencias personales y dejar constancia de las dificultades afrontadas en circunstancias dispares, al objeto de que puedan servir de estímulo y/o referencia, tendrá la oportunidad de conocer cómo viven y afrontan mujeres y hombres, jóvenes y adultos, situaciones y/o conflictos habituales en el camino de la vida y buscando el apoyo y orientación en la psicología.

Las descripciones y las valoraciones que aparecen en estos textos son responsabilidad exclusiva de las personas que las realizan. Queda garantizado que este apartado de historias reales corresponden a personas usuarias de la Consulta de Psicología de Eduardo Dovale Muiños de cuya identidad es depositaria y que han otorgado el preceptivo consentimiento informado para su publicación en nuestra web.

 

 

Perdonándome a mí misma

Quiero destacar que el maltrato que sufrí fue mucho más sutil del que cabe imaginar, es decir, a penas padecí violencia física o incluso maltrato psicológico activo (es cierto que alguna vez recibí insultos como ya he dicho o burlas, pero muy esporádicamente), pero lo que sí sufrí en primera persona es maltrato psicológico “por omisión”: era excluida absolutamente de todo porque era tan tímida y encima fea, que nadie me querría.

Historia de un felpudo

Y, eufemismos y distracciones aparte, a las cosas y a las personas hay que llamarlas por su nombre. Y, el mío, tiene un nombre. Me guste o no, a nivel emocional he sido y soy un felpudo. Ni más ni menos.

Mi no tierna adolescencia

Es difícil empezar una historia cuando no sabes exactamente desde cuándo contarla, puede que un buen inicio sea el instituto.

Crónica de un dependiente emocional

Me ha costado mucho escribir estas líneas. Lo que más, ha sido romper ese muro que he ido construyendo tras el cual guardo todo el sufrimiento vivido y el despiadado animal de la dependencia emocional. Todo eso está guardado en mi mente. Supongo que como el que sufre una situación traumática.

Cafeína y chocolate

Siempre hay luz al final del camino. A veces parece que no, y que no vas a salir nunca, pero te aseguro, que después de la tormenta siempre llega la calma.

Golpes de la vida

En esta vida todo llega porque todos merecemos ser felices, así que tened paciencia y no os hundáis nunca, siempre mirad hacia adelante y levantaros las veces que haga falta para seguir. Ante todo jamás perdáis la sonrisa.

Mi vida en unos folios

En qué punto me encuentro desde el comienzo. Aunque haciendo un balance rápido, no sé si podría decir que he sido una mujer feliz. Ahora estoy en una fase de serenidad a la que, desde luego, nunca pensé llegar.

Por fin; luz dentro de mi cueva

Fue en marzo de 1999; como no tenía trabajo se me ocurrió que podría estudiar inglés. Me apunté en una academia, y por medio de la academia conseguí aprender un poco más de Inglés, y pocos meses después, me fui a Inglaterra, pensando que allí me abriría más a la gente, porque aquí yo era y soy muy cerrado, y como no tendría a mi gente, no me quedaría otra que buscarme la vida.